lunes, 10 de noviembre de 2008

La desestimada solución

Desayunar la hiel
de tu pérdida
no era mi intención.

Ahora que las palomas
me miran inquisidoras
al pasar por tu calle siento
que no me equivoqué.

En el hábitat natural
de mi exilio retumbó
la explosión de excusas
que emanaban de tus ojos.

Ayer, cuando tu maquillaje
de verdad no me hacía
estornudar dudas
al acercarme a ti,
creí en tu sonrisa.

Lleno de desesperanzas
salgo como todos los días
buscando tu cara
en los escombros
del mobiliario urbano
contaminado de personas.

Llego al trabajo
con casi nada que decir
y demasiado que escribir.

Acabar con esto será
la desestimada solución.