martes, 4 de noviembre de 2008

El eterno juego del escondite

¿Por qué caminar solo
por la acera contraria
si vamos en la misma dirección
y el mismo sentido?

Preguntas sin respuesta,
cuestiones eternas
grabadas en la piel
con tinta de melancolía.

Tú extravías la mirada
por la acera alquitranada,
del París que nunca
compartirás conmigo.

Al fondo de la avenida
tu ausencia disfrazada
de carnaval me aguarda
recelosa de mis intenciones.

Los semáforos no son puentes,
los puentes se miran al espejo...

Sigo castigando a las calles
con largos paseos en tu busca
y tomo el rumbo de tus pasos
sin mirar sus nombres.

El eterno juego del escondite
me obliga a no desistir,
el riesgo de la ilusión
desemboca en la necesidad de perder.

Los semaforos siempre en rojo,
el bulevar tapizado de soledad,
entre tú orilla y mis rompientes...


... Distancia