viernes, 6 de febrero de 2009

Recuerdo homicida

Hoy cuelgo los intestinos
¿Para qué los quiero si
no es la comida su entraña?

Se revuelven con el aire que no repite tu nombre.

Ayer, tras el suicidio,
ahorcado por la muñeca del reloj
y suspendido en el vacío de voluntad,
encadené tres frases para expiar
este cuerpo al que llamaba vida.

¡Qué facil es encontrar el camino!

Miles de brújulas del afecto
señalan senderos claros
cuya luz final sólo ofrece
la ceguera de la incertidumbre ...

No hay quien les entienda.

Buscar las connotaciones sexuales
en el final de tus palabras...

Eso sí que fue
un juegos de niños ciegos
que se aferran a un balón con cascabel.

Tras el estallido de ausencia
en esta guerra de soledades
dispersé a mis soldados
para que no cayeran todos
bajo el yugo de la tristeza...

Fracasé como las embarcaciones
que no llevan el barco del práctico.

Navegar en un río chiquito que me asfixiaba
era placentero en las tardes cálidas
de la desembocadura de tu sonrisa
con las estremecidas olas de sal
brotadas de tu piel.

Pero...

¿Qué hago recordando?

Un homicidio involuntario de ti.